De rojo Ferrari a blanco platino. Ésa ha sido la transformación a la que se ha sometido Michael Schumacher. Y es que después de tanto tiempo viéndolo vestido de rojo, se ha hecho raro esta semana verlo por primera vez vestido con los colores de su nuevo equipo, Mercedes GP. Y si no, hagamos una prueba: cierra los ojos, cuenta hasta tres, y piensa en Michael Schumacher... Sí, lo primero que nos viene a la mente es el color rojo de la Scuderia, o el heptacampeón pilotando su bólido rojo brillante.
Pero eso ya es historia. Vuelve a abrir los ojos. Esto no es un sueño, es la realidad: Schumi ha vuelto, vestido de blanco platino. Y vuelve a tener a Ross Brawn a su lado, un tándem de éxito y que va a dar guerra esta temporada. Duelen los ojos al verlo vestido de blanco, y será muy extraño verlo la semana que viene pilotar una flecha plateada en Valencia. Pero Schumi ha vuelto, vuelve para ganar, y el espectáculo está asegurado.
Y de azul a rojo Ferrari. Por fin. Fernando Alonso ya está preparado para debutar con la histórica escudería, y qué bien le siente el rojo... Su cara de felicidad lo dice todo, es su sueño hecho realidad. Al contrario de lo que ocurre con Schumi, ver al asturiano de rojo no causa ningún efecto raro a los ojos, sino que le queda bien.
Sucede igual en otros deportes, como en el futbol por ejemplo. Cuando Figo se fue al Madrid, dolió mucho a los ojos verlo de blanco. Y después hay otros jugadores que te acostumbras a ver siempre de un mismo color, como Puyol de azulgrana, o Raúl de blanco. Es el primer color que te viene a la cabeza cuando oyes sus nombres. Algo que, con Schumi, ya tiene que empezar a cambiar...
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