¡Abracadabra! Cómo si de un truco de magia se tratara, todos hemos salido repentinamente de nuestro estado de encantamiento al que estábamos sometidos. Los rumores, las especulaciones sobre cómo serian los monoplazas de esta temporada, ya han cesado casi por arte de magia. Los equipos ya han sacado de sus chisteras a sus preciados bólidos.
Cada equipo ha seguido un ritual distinto. Desde que acabó el mundial, los aquelarres han ocupado la agenda de los ingenieros. Me los imagino, a la luz de la luna, configurando el nuevo alerón trasero; encontrando esos ingredientes necesarios para preparar el brebaje que les propicie una buena temporada; intentando no obviar la normativa pero evitando convertir su príncipe en rana.
Las presentaciones de estos días parecen sacadas de un cuento de hadas. Unas palabras mágicas, un suave movimiento con la varita, y los magos del asfalto descubren milagrosamente sus monoplazas. Sin ilusiones ópticas, hemos podido conocer y observar con nuestros propios ojos la creación de cada mago.
Mete en una caldera una pizca de rojo, un software diseñado en Maranello, remuévelo un poco y añade velocidad, aroma de historia y un alerón muy estrecho. Dále el toque final ciñiéndote a las nuevas normas y... voila! Tendrás el Ferrari F60. Un coche completamente diferente al del año pasado, difícil y delicado, ha apuntado Massa en Mugello. En cambio el Toyota ha aparecido de la nada. En un abrir y cerrar de ojos, el TF109 ha hecho aparición para convertirse en una de las más sofisticadas máquinas de carreras del planeta, como si se tratara de una explosión ilusionista o hechicera.
La seducción del McLaren sigue visible a los mortales. El encanto del año pasado sigue presente. En Portimao ha aparecido el nuevo BMW. Igual que el nuevo Renault. Como si de David Copperfield se tratase, el maleficio del año pasado ha desaparecido y ahora tenemos un monoplaza con aroma de campeón.
Las pócimas mágicas se han conocido. Lo más preciado ya está volando a la velocidad de la luz por los circuitos de Valencia, Portimao y Mugello. Los particulares chamanes ya han vuelto a modificar la ilusión, y convertirla en realidad. La magia vuelve al asfalto. Los pilotos vuelven a fascinar, a ilusionar, a seducir. La Fórmula 1 ya prepara la temporada, una nueva temporada mágica, hechizada, sobrenatural.
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